Alcalá del Júcar, situado en Castilla-La Mancha, es un lugar mágico perfecto para hacer una escapada de fin de semana o disfrutar de unas vacaciones con amigos y en familia. Está lleno de valiosos vestigios de civilizaciones pasadas que dotan a la zona de una gran riqueza cultural. El patrimonio turístico de este pueblo Albaceteño abarca tanto el turismo de aventura, como el de naturaleza y el cultural. Pero es precisamente su legado histórico el que le ha otorgado el título de “Conjunto Histórico-Artístico”, declarado por el Ministerio de Cultura de España.
Las Cuevas de Masagó, que atraviesan la montaña de un lado a otro a lo largo de sus 110 metros, fueron escarbadas en la roca por los antiguos habitantes de la zona con la única ayuda de un pico y sus manos. Hoy en día sirven de inspiración a muchos artistas, pintores y escritores; sus vistas so únicas y el paisaje que se aprecia desde sus terrazas es espectacular.
Desde 1962 es posible visitar la cueva y en su interior los turistas pueden disfrutar de la gastronomía manchega en un restaurante muy peculiar pero muy tradicional. Es recomendable comer en la mesa apodada la mesa del Rey Arturo, hecha en la propia roca de la cueva, donde se podrá contemplar las antigüedades y fósiles de la sala, ver el museo de numismática e incluso bailar si se celebra algún evento para grupos.
Las cuevas con más historia de Alcalá del Júcar son la Cueva del Garadén y la del Diablo, con 750 años y 100 años de antigüedad respectivamente, se encuentran situadas en pleno casco histórico de la ciudad. La Cueva del Garadén se construyó con el fin de controlar el paso hacia levante y servía como aduana donde los viajeros y comerciantes, que venían de Castilla-La Mancha, debían pagar el impuesto del rey Garadén. Los soldados hacían guardia dentro de la cueva y recorrían sus más de 170 metros para evitar que nadie escapara de pagar el “peaje”.
Las Cuevas del Diablo se construyeron en 1905 para hacerlas servir como corral, palomar y alacena. Actualmente los visitantes pueden disfrutar de sus maravillosas vistas del río Júcar, tanto en el mirador como desde la terraza. También hay expuestos numerosos aperos de labranza y antigüedades de la época que estimularán la imaginación y curiosidad del visitante.
Tanto la Cueva del Garadén como la del Diablo están comunicadas y regentadas por “el Diablo”, que siendo novillero lo dejó todo cuando se enamoró de la belleza de Alcalá del Júcar.
Si quieres saber el porqué de su apodo, tendrás que preguntárselo en persona.